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lunes, 27 de julio de 2015

Submarino 666

Mi nombre no importa en esta historia pero si importa cómo encontré este cuaderno de bitácora.
Era una noche fría y húmeda y navegábamos por el mar de Ojotsk un 30 de Abril de 2014. Como a tres millas vimos un barco que parecía que estaba hundido y que luego, a vistas de prismáticos era un submarino nuclear de la antigua URSS (vimos su distintivo en uno de los costados del puente de mando) que navegaba a la deriva puesto que no veíamos vida en la superficie. Abordamos el submarino con extrema cautela puesto que estaba bastante deteriorado y esa chatarra flotante si se hundía, podría arrastrar al Shasha, nuestro barco pesquero menor que el propio buque de guerra.

Avisamos a la guardia costera pero allí no nos recibía nadie, la radio no emitía ninguna señal, ni siquiera el crepitante sonido que hace cuando la emisora no emite ni recibe nada. Nos aventuramos tres de mis hombres y yo a abordar aquel mastodonte pero cuando pusimos un pié allí nos quedamos congelados , de piedra, y no era porque hacía menos veinte grados sino por una extraña sensación indescriptible que nos recorrió a los tres la médula espinal.

Subimos por la escalera del puente de mando intentando buscar respuestas pero en dicho lugar encontramos un anemómetro congelado, un prismático que estaba oxidado y una botella de vodka blanco rota que tenía escarcha y hielo en su interior. Bajamos por la escotilla donde dimos al primer piso cuando escuchamos un sonido crepitante referido al casco del buque que nos inquietó, esto, hizo que uno de los tres acompañantes saliera por miedo, miedo que se iba acumulando en las tres personas que quedábamos allí a medida que avanzábamos por aquel siniestro lugar. Una luz roja de emergencia envolvía el lugar mientras los sonidos cada vez eran mas horribles obligando por miedo a abandonar a otro de mis compañeros.

Habíamos bajado por el puente de mando hasta la sala de mando donde un olor a podrido y humedad se adueñaba del lugar, seguimos avanzando lo que parecía ser el cuarto de la radio hasta que llegamos a la despensa donde para repugnancia de nosotros había moscas y carne en un alto estado de descomposición. Seguimos avanzando por aquel abandonado lugar hasta llegar a la sala de torpedos de proa hasta que el sobresalto y el miedo de mi amigo se hizo presente en el lugar: ¿¡CAPITÁN, LO HA OÍDO!? ¡HAY ALGUIEN QUE ESTÁ CAMINANDO POR EL SUBMARINO Y PROCEDE DE PROA!
Caminamos todo lo posible o lo que nos permitía aquel lugar cuando llegamos al estrecho camarote del capitán donde había una mesa de madera, una luz encendida, el cuaderno de bitácora del capitán una cama para él y otra más arriba que seguramente fuera el segundo de abordo. Pero no había rastro de las pisadas que escuchamos en la sala de torpedos de proa, así que con el cuaderno en mano para entregárselo a la comisaría central en Vladivostock nos decidimos abandonar pero en ese preciso instante las tuberías de tiro de esa sala rompieron y empezaron a soltar agua mientras las demás tuberías auxiliares de la pared se rompían. El agua congelada corría a sus anchas y ya íbamos por la escotilla cuando en ese preciso instante empezaron a encenderse multitud de luces en el interior del submarino proseguida de sirenas y timbres, subimos rápido a nuestro barco y marchamos rápidamente de aquel lugar antes de que nos arrastrara mientras el submarino se hundía de popa, lugar por donde empezó el agua a infiltrarse, hasta escorar por completo, nos metimos tiritando de frío mi compañero y yo y guardé el cuaderno de bitácora aunque no sin antes echarle un vistazo por las últimas páginas para ver qué pudo suceder en aquel lugar. E aquí la transcripción de ese cuaderno de bitácora. Antes quiero informar que a medida que avanza las dos páginas últimas se va haciendo más ininteligible la letra y más incoherente las frases, tal vez por la locura que desencadenó aquello y por el agua que pudo llegar al cuaderno de bitácora mientras el submarino se hundía.


[23/4/67] Partimos con rumbo 097º norte, profundidad de quilla (5m) y 16 nudos. Quejas de varios componentes de la tripulación por pesadillas (?). Tendrá que investigarlo nuestro sanitario.

[24/4/67] Seguimos con rumbo estimado y con profundidad de quilla, las quejas de más compañeros se suman a las de ayer, el sanitario junto con unos cuantos de hombres de su confianza está investigando el caso por si hay algún tipo de sustancia alucinógenas en el buque. Seguimos con rumbo y profundidad de quilla, reducimos a 7 nudos por peligro de cascotes.

[25/4/67] Me gustaría escribir más pero el tiempo apremia. Esta noche pude ver a esa "cosa" deslizándose por mi cama cuando luego me levanté asustado. Toda la tripulación lo ha visto ya, incluido el sanitario, dice que puede ser por una psicosis colectiva de estar todo el día encerrado, llevamos ya 264 días encerrados aquí. Cambiamos rumbo a 120º sur para vigilar el siguiente cuadrante marítimo. Profundidad de quilla.


[26/4/67] La psicosis ha degenerado en alucinaciones visuales de voces que nos llaman sin saber por qué, llevamos cinco horas incomunicados con el centro de marítimo, la radio se nos ha estropeado al igual que la bomba de aire comprimido al hacer una inmersión de emegencia, hemos visto un destructor estadounidense que luego ha desaparecido... No podemos salir a la superficie y estamos a profundidad de periscopio.

[27/4/67] No aguanto más, todas las noches esa cosa nos espía y nos visita a todos, a las 1.32 de la noche un compresor a saltado por los aires en la sala de máquinas seccionando en dos la cara de nuestro compañero Yuri Ivhanlo, muere a las 6:32 tras practicarle todos los primeros auxilios necesarios.

[28/4/67] Cada día voy viéndole más la cara a ese "animal", recta como una culebra hasta mi cama y carece de boca y mejillas, sólo unos perturbadores ojos negros rojizos que se clava en tu rostro hasta que te levantas y vomitas sangre, no hay ninguna fuga del núcleo. Ya no importa la velocidad ni el rumbo, los hidroplanos y el árbol de hélice principal estás partidos por la mitad seguimos sin contactar con el TCA.

[29/4//67] Ininteligible.

[30/4/67] Sólo quedamos vivos tres cuartas partes de la tripulación, los demás van apareciendo muertos por cada media hora que pasa, los sistemas de control se han apagado y permanecemos juntos con nuestras armas, sólo queda rezar a San Jaime y que todo vuelva a funcionar.

[31/4/67] 1:33 Quedamos el timonel Milenko Astrovsk, el oficial de mando Alexy Paskov y yo. Los demás aparecen muertos  por extrañas circunstancias, la muerte más terrible se lo ha llevado hoy el sanitario Innokentiy Chevai, lo encontramos muerto con el cuello seccionado y con dos cuchillas de afeitar clavadas minuciosamente en la retina de los ojos quedando estos blancos y con un líquido amarillo. Sospecho de los otros dos, al igual que ellos sospecharán de mí.


[31/4/67] 4:33 Permanezco inmóvil en mi camarote con mi pistola a mano mientras escribo esto, sigo sin novedades.

[31/4/67] 4:44 Fuga (ininteligible). Ya sólo queda morir.

[31/4/67?] No sé qué hora es, mi reloj de cuerda se ha parado, pero supongo que (ininteligible) expulso vómito de color sangre.

[31/4/67?] Se me ha aparecido, dice que yo soy (ininteligible) tiene los ojos más rojos, y me llama constantemente, de su cara brota sangre .

[31/4/67?] (Inteligible) él es el ángel salvador, me llevará a (ininteligible). Estas son mis últimas líneas. Me ha contado que se llama Frihort y que me llevará al paraíso eterno, es tan bello pero a la vez tan horrible... Si alguna vez alguien encuentra esta cuaderno quiero decir que mi propiedades y todo lo de valor pasa a propiedad de mi esposa hasta que esta tenga hijas alguna vez. Con cariño, me dirijo a (ininteligible).






miércoles, 24 de junio de 2015

"Detrás tuya"



"Detrás tuya"



Centro de Emergencias de Madrid, Somosaguas, Paseo del Río. 00:33

Una técnico en atención de emergencias primaria recibe la siguiente llamada, he aquí la conversación:

"Emergencias 1-1-2. Si desea comunicar una emergencia manténgase a la espera. En caso contrario, le rogamos evite utilizar este número".
-Centro de Emergencias de Madrid 1-1-2, ¿cuál es su emergencia?
-Hola, buenas noches, mi nombre es Isabel García, vivo en Getafe, en la calle Antonio Machado número treinta y cinco...
-Dígame que le pasa.
-Hace poco tiempo, una hora escasamente, llamó al timbre un hombre bastante raro pidiendo por una dirección inexistente o al menos que yo no conozco, le dije que no sabía lo que me decía y el hizo una serie de sonidos raros... bastantes confundibles. Ahora está de pie, entre las sombras de la farola y cada cierto tiempo vuelve a llamar al timbre... Las primeras veces se lo cogía diciendo que por favor... dejase de molestar pero ya no se lo cojo. Sinceramente soy una persona mayor y tengo algo de miedo... porque... siento que me está mirando y sabe que le estoy mirando yo a él... desde la ventana superior de mi habitación. Dijo la anciana angustiada con voz temblorosa.
-Muy bien, tranquilicese, ¿hay alguna persona más en su casa?- dijo mientras la operadora estaba tecleando el ordenador.
-No, mi hijo se fue hace dos horas y tengo miedo de que vuelva y se encuentre con ese siniestro hombre.
-...- se escucha teclear el ordenador.
-¿Oiga?
-Dígame el número desde el que llama. Respondió mecánica la operadora.
-91 66 658 34.
-Vale, inmediatamente le paso con la jefatura de la policía local, espe...
-¡SE HA MOVIDO, SE DIRIJE HACIA MI VERJA... Y LA ESTA INTENTADO ABRIR!
-Tranquilícese, en seguida vamos para allá.
Se escucha una música de espera por tres segundos.

-Jefatura de la Policía Local de Getafe, dígame.
-ESTÁ INTENTANDO ENTRAR EN MI CASA, ESTÁ EN EL RELLANO, AYUDA POR FAVOR. Gritó la anciana desesperada mientras sollozeaba.
-Quién está dentro de su casa, señora.
-EL HOMBRE OSCURO... ESTÁ EN EL RELLANO... QUIERE ENTRAR, NO LE VEO, VENGAN PRONTO POR FAVOR. Dijo la mujer gritando desesperada, llorando.
-Estamos en un minuto allí, tranquilícese y escúcheme bien, escóndase en un sitio protegido, ¿tiene un armario empotrado?
-Sí. Respondió más calmada, mientras bajaba el tono de voz.
-Escóndase ahí, estamos llegando.
Un sonido fuerte se escucha dentro de la casa.
-¿Qué ha sido eso señora?
-...- Sólo se escuchaba el aliento acelerado de la anciana.
-Señora, ¿está bien? ¿enviamos a una ambulancia?
Unos pasos, como de un hombre corriendo se escuchaban subiendo las escaleras.
-¡SOCORRO, ME ENCONTRÓ, AYÚDEME, TIENE UN CUCHILLO, AYUDA!- mientras tanto un grito desgarrador se escuchaba al otro lado del teléfono, saturando el oído de la persona que lo escuchaba, los gritos, no paraban de pedir ayuda, cada vez más quietos y callados, como si un líquido le ahogase al pronunciar una sola sílaba.
-Señora, ¿qué está pasando? aguante por favor, estamos en camino.

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Coche policial U23 de la policía local de Getafe. 0:39

Martín Guzmán y Álvaro Reyes están sentados en su coche cuando en la emisora escuchan el siguiente mensaje:

"Aquí a la unidad más cercana que se encuentre por el Polideportivo Buenavista, tenemos un incidente en la calle Antonio Machado número treinta y cinco, al parecer es una señora angustiada que le están entrando en su casa, no ha podido reconocerlo puesto que lleva ropas oscuras y aprovecha la oscuridad, se requiere atención inmediata".

-Aquí U23, estamos de camino, tiempo de llegada en menos de un minuto. Respondió Álvaro Reyes que era el que iba de copiloto.
-¿Tiene posibilidad de homicidio? Espetó Guzman.
-Pon la sirena y conduce rápido, reza porque no nos encontremos sorpresas.
-Es esta a la izquierda, ¿no?
-Sí, gira.
Los dos policías se bajaron del coche mientras encontraron la casa a oscuras y la puerta completamente tirada. Los vecinos de la calle empezaron a salir de sus casas preguntando por qué la policía se presentó con la sirena y las luces de emergencia en un lugar tan tranquilo.
-Martín, pide refuerzos y pregunta a los vecinos si han visto algo yo voy a averiguar qué coño ha pasado aquí.

Cuando Álvaro Reyes entró en la casa, un frío húmedo le recorrió toda la médula espinal hecho que le llevó a desenfundar su pistola de nueve milímetros de su cartuchera y la puso en una posición diagonal al suelo. La voz del micrófono que vomitó el walkie-talkie en ese momento con el tono de Guzman pidiendo refuerzos, hizo que pegara un sobresalto y aliviado comprobó que todo estaba en su sitio. Encendió la linterna led con una mano mientras sujetaba el arma con la otra y avanzó por las escaleras, lentamente, crujiendo estas con las botas de trabajo. Cuando se hallaba en la planta superior apuntó la linterna a ambos lados y pudo ver que en la habitación que daba a la calle, la puerta estaba rajada, con manchas oscuras y el policía, que en ese momento disimulaba muy bien el miedo, bajó el arma, apretó el botón del micrófono de mano y se acercó la boca a él diciendo: "Martín... sube, esto me da muy mala espina" dicho esto, apuntó el arma hacia la puerta, avanzó cinco pasos, abrió la puerta  y lo que pudo ver en el cristal de la ventana fue un rótulo, marcado con sangre, bien grande, donde rezaba "detrás tuya".


Un disparo seco sonó en la casa iluminando con una ráfaga la ventana que estaba en la calle. Martín que en ese momento se encontraba entrando en la casa, se dirigió para la habitación pidiendo antes refuerzos entre grandes gritos mientras los vecinos grababan atónitos la situación.
Guzmán, abrió la puerta ensangrentada y se encontró el cuerpo de Reyes, tirado, sangrando por nariz, oídos y boca con un tiro en la sien y con los ojos en blanco.
-CENTRAL, AQUÍ UNIDAD TANGO32.5 TENEMOS UN PUTO 10-70. Necesito la 10-38 más próxima a calle Antonio Machado- respondió entre grandes sollozos mientras agarraba la cabeza sin vida de Reyes.
-Recibido Tango, acabo de solicitarlo y tiene posición a cinco minutos de ti. Respondió la voz enlatada del micrófono. Martín entonces encendió la luz; nunca lo tuvo que haber hecho: el cadáver de una mujer mayor, desnuda y ensangrentada, con el vientre abierto dejando un profundo hueco en su cuerpo hinchado fue visualizado por el policía. Todavía se veían que los intestinos que estaban en el suelo expulsaban calor debido a que estos echaban humo condensado en el ambiente pesado de la habitación. Había sangre por todos los lados y lo peor de toda esa macabra escena es que colgaba de una viga de madera de la habitación pero no colgaba de una cuerda, sino de varias de sus entrañas entrelazadas y un rótulo que se veía en la ventana que daba a la calle con la frase "detrás tuya". Para cuando la policía y el equipo médico del SAMUR llegó a la escena, el policía siguió mirando ese letrero hecho con la sangre de la anciana por el cual le perturbaría para toda la vida: "detrás tuya".



jueves, 21 de mayo de 2015

Twinkle Twinkle Little Star

Twinkle Twinkle Little Star



Juan Torviscano dormía plácidamente en su cama mientras las cortinas de su ventana entreabierta se paseaban con disimulo a la luz de la casi luna llena. La habitación estaba silenciosa salvo por un ruido atroz, un hilillo de voz que se escuchaba al fondo de la gran casa en el campo, como un grito, agonizante y metálico, desesperado por salir de un lugar. En el gran caserío había una puerta de madera que bajaba a un gran sótano con telarañas, moho, humedad y lo que es más importante para contar esta leyenda que no me contaron hace mucho: Niños, De todas las edades, adolescentes, jóvenes, pequeños e incluso bebés. Una colección muy surtida que nuestro personaje escogía cuidadosamente cada noche en las puertas de sus respectivas casas.

Los niños, estaban colocados en celdas de madera y todas las noches, a las tres y treinta y tres, uno de ellos, moría con las técnicas más horribles mientras los demás asistían a la ejecución, después el hombre metía lo que quedaba de cadáver del chaval y los cocinaba, dándoselo a los jóvenes restantes de comer; así hasta que otra manada de niños y adolescentes llegaba al mes siguiente, coincidiendo con la luna llena y haciendo especial énfasis al último chaval que iba a ser ejecutado según un ritual satánico.

Quedaba solo un día hasta que se pusiera de nuevo la luna llena y el reloj marcaba las tres y cuarto cuando automáticamente como si de un autómata se refiriera, se levantó de su cama, y bebió un vaso de agua. Acto seguido cogió su pistola de nueve milímetros y se la echó a su cartuchera mientras dudoso decía:
-Hoy creo que cogeré el cuchillo de carnicero, mata mucho más lento y yo disfruto más viendo como la sangre lentamente cae al suelo y me mancha a mí, sí, es divertido, ¿verdad José?.- Pero no había nadie en la habitación.
Dicho esto, cogió el gran cuchillo y bajó por las escaleras una a una, con siniestra sonrisa y cantando una canción que según creía, tranquilizaba a los jóvenes mientras venía así que como señal de aviso de todo lo que iba a suceder, empezó a cantar:
-Twinkle Twinkle Little Star- Abrió la puerta de madera chirriante y encendió la poca luz que había.
-How I wonder what you are- Bajó los tres primeros escalones, con una sonrisa aún más siniestra.
-Up above the world so high, like a dimond in the sky- Comenzó a reírse con intensidad, soltando al final varias risotadas más profundas y cuando acabó espetó -Ángel...¿Dónde estás pequeño hijo de puta negro? Voy a por ti...- mientras paso a paso, se movía hacia la celda del chaval de tez negra.
-Aquí estás, ven para acá vamos a jugar a una cosita...Yo te corto los brazos y tú me cantas el Twinkle Twinkle Little Star, vamos me encanta esa canción, no me lo niegues negro cabrón. ¿Qué dices José, que estoy loco? No, el loco eres tú, aparta, lo necesito, necesito matar.- Pero no había nadie en la habitación, tan solo los dos chicos angustiados, temblorosos y desorientados además de él.
-Vamos, ponte en el medio, cántame esa canción, quiero oírte, quiero que llores de dolor, me pone el dolor, ¿a ti no?, claro qué sabrás teniendo once años.- más risas profundas mientras maniataba al chico tembloroso. -No te muevas más vamos, no te va a hacer daño, dame tu muñeca, quiero ver tu sangre, quiero saborearla, quiero que me manches toda la camiseta.- El cuchillo sonó como este cortaba la carne del chaval y un hilo de sangre, que pronto se convirtió en un charco por el suelo, manchaba la camiseta del hombre de veintisiete años. Acto seguido, después de pasar la escamosa lengua por  la profunda herida, el cuchillo hizo su recorrido por la barriga haciendo cortes suaves y luego más profundos hasta llegar al intestino grueso o eso parecía vérsele por la profunda herida, entre la sangre y las visceras. El chaval lloraba, lloraba de dolor mientras nuestro asesino metió la mano por la herida de la barriga hasta el fondo sacando los intestinos y jugando con ellos mientras reía a carcajadas y lloraba de la emoción. El chaval dejó de gritar en un instante y ya estaba muerto.


De repente entre el aullido del niño que no cesaba de gritar, una música funesta justo la que él cantaba comenzó a sonar por el lúgubre sótano.
-Twinkle Twinkle Little Star...
-¿Por qué cantas esa canción José? Es mi canción deja de cantar.- Pero José, siguió cantando con la mano derechas detrás de la espalda.-Deja de cantar a te mataré a ti también, ¡FUERA DE AQUÍ!-. Pero José seguía cantando con alegría esta canción. Cuando el horrible asesino se acercó con el cuchillo amenazante, José descubrió su mano y clavo un cuchillo que le atravesó la sien, de lleno, mientras un chorro de sangre le salió por la nariz, boca y la profunda herida.

Juan Torviscano yacía muerto en el suelo y su leal compañero, José, que había cometido el asesinato, desapareció, se esfumó de la habitación oscura; eso sí, antes de abrir la puerta al último chaval que quedaba con vida.


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A la mañana siguiente la policía hizo fotos y muestras de todo tipo interrogando al chaval de lo que había pasado pero el chico estaba como ausente, abstraído e incluso violento. La policía haciendo acopio de las pruebas preguntó que si el asesino del secuestrador de niños llevaba la mano descubierta por qué no habían encontrado huellas dactilares y los más importante, por qué en el cuchillo, estaba una inscripción grabada donde rezaba: Twinkle Twinkle Little Star en color rojo oxidado. Sobre el asesino del cuchillo misterioso preguntaron qué forma tenía a lo que el niño impactado, con las cuentas de los ojos salientes y las manos temblorosas, se ponía a gritar cosas inconexas y sin sentido. Yo no lo maté respondía una y otra vez, fue esa cosa, ese monstruo, de verdad que no lo maté, lloraba el adolescente mientras daba golpes en la mesa.

Pasaron los años y el chaval presentaba trastornos esquizoides, depresivos y pesadillas recurrentes. Todas las noches, se despertaba a las tres y treinta y tres de la mañana recorrando esa horrible cara, indescriptible, horrorosa, terrible.

Todas las noches se acostaba a las tres y cuarenta y tres de la mañana con la idea de que fue Satán en persona, que embriagado de envidia y rencor por los crímenes que hacía el secuestrador y asesino en serie de niños, lo mató, para que no le quitara el primer puesto a el Diablo en persona.